En los bosques, campos y jardines de Norteamérica, la mofeta rayada es una imagen inconfundible. Sus llamativas rayas blancas y negras son más que una simple declaración de moda: son una advertencia. Pero, ¿por qué algunas mofetas tienen rayas gruesas y simétricas mientras que otras presentan patrones irregulares o asimétricos?
Un nuevo estudio revela que la respuesta está en los depredadores de las mofetas y los riesgos que plantean. Investigadores de la Universidad de Bristol, Montana, y la Universidad Estatal de California en Long Beach descubrieron que las rayas icónicas de la mofeta están desapareciendo en ciertas poblaciones. En lugares donde las mofetas se enfrentaron a menos depredadores, sus rayas distintivas disminuyen, un proceso denominado “selección relajada”.
Descifrando la coloración de la mofeta
El profesor Tim Caro de la Universidad de Bristol compara la coloración de advertencia con la señal de stop de la naturaleza, un elemento disuasorio visual contra los depredadores. Cuando un depredador ve las rayas de una mofeta, sabe que su acre rocío está a la vuelta de la esquina. La eficacia de la señal depende de su consistencia entre especies. Sin embargo, variaciones intrigantes dentro de las especies de zorrillos rayados desafían esta norma.
Intrigados, los investigadores estudiaron 749 especímenes de museo de zorrillos rayados (Mephitis mephitis), que presentaban un espectro de patrones de pelaje en toda la población de América del Norte, desde el negro monocromático hasta patrones de rayas diversos y todo blanco. Descubrieron que los zorrillos en áreas con más depredadores, especialmente mamíferos como coyotes y pumas, tienden a tener rayas más uniformes y simétricas. En contraste, los zorrillos en áreas más seguras, con menos depredadores, muestran una mayor variación en sus patrones.

“Nuestros resultados indican que la presión de depredación relajada es clave para la variación de la señal de advertencia en esta especie, mientras que una presión más fuerte conduce a la conformidad de la señal y señales más fuertes”, dijo el profesor Caro.
“Ahora sabemos por qué no todos los zorrillos se ven iguales, y tal vez por qué los miembros de otras especies de colores de advertencia se ven diferentes entre sí”.
Hay muchos otros ejemplos de selección relajada en la naturaleza. Tomemos, por ejemplo, el curioso caso de las aves no voladoras en islas remotas. En estos refugios apartados, donde los depredadores son escasos, las alas que antaño llevaban a estas aves a un lugar seguro se vuelven redundantes. La evolución, en su forma siempre práctica, empuja a estas aves hacia una existencia sin vuelo. La energía que antes dedicaban a impulsar los músculos del vuelo y mantener las plumas aerodinámicas ahora está libre para ser canalizada hacia la reproducción y el crecimiento.
En los ecosistemas donde el alimento es abundante y los depredadores son pocos, las criaturas más pequeñas y ágiles a menudo evolucionan hacia formas más grandes. Este fenómeno se puede observar en varias especies, desde roedores que viven en islas hasta peces de aguas profundas.
De manera similar, las especies que evolucionan en entornos libres de depredadores a menudo pierden sus mecanismos de defensa. Por ejemplo, ciertos moluscos en hábitats libres de depredadores tienen caparazones más delgados en comparación con sus parientes en aguas más peligrosas. Además, las serpientes en entornos aislados pueden exhibir veneno menos potente o ninguno en absoluto.
“Si la selección relajada opera dentro de las especies, también debería hacerlo entre las especies presa. En términos más generales, este estudio aporta otro ladrillo en el muro para explicar la evolución de la coloración en la naturaleza”.
Rayas y medio ambiente
El estudio también descubrió que los factores ambientales juegan un papel en la formación de las rayas de los zorrillos. Los zorrillos en áreas húmedas tienden a tener pelajes más oscuros, siguiendo una regla ecológica bien conocida llamada regla de Gloger, que predice que los animales en climas más húmedos son más oscuros. Esto puede ayudarlos a camuflarse con su entorno o protegerse contra las bacterias y la radiación ultravioleta.
En hábitats nevados, los zorrillos tenían menos pelaje blanco, posiblemente para destacar sobre el fondo blanco. Es un acto de equilibrio. Deben ser lo suficientemente llamativos para advertir a los depredadores, pero no tan llamativos como para convertirse en blancos fáciles.
Los zorrillos rayados son un ejemplo clásico de aposematismo: el uso de colores brillantes y llamativos para advertir a los depredadores de una defensa potente. En el caso de los zorrillos, esa defensa es un aerosol nocivo que emiten sus glándulas anales, capaz de disuadir incluso a los atacantes más audaces. Pero, aunque a menudo se piensa que las señales aposemáticas son uniformes dentro de una especie, los zorrillos muestran una sorprendente cantidad de variación en sus rayas.
Curiosamente, el estudio no encontró evidencia de que los zorrillos utilicen sus rayas para camuflarse a distancia, una estrategia que se observa en otras especies aposemáticas. En cambio, sus rayas parecen tener que ver con la audacia y el contraste, diseñadas para llamar la atención de un posible depredador de cerca. Los zorrillos no tienen miedo de jugar.
Los hallazgos aparecieron en la revista Evolution.
Fuente: ZME Science.